Siempre es difícil hacer que los chicos participen de la vida escolar en toda su amplitud: algunos por su carácter, otros por desmotivación o problemas dentro y/o fuera...
Mi propuesta es una jornada de cambio de roles. Sí, sí, habéis leído bien, cambio de papeles. Por un día, los profesores serán alumnos y los alumnos profesores.
¿Cuál sería el fin? Serían dos para ser exactos. El primero, ponerse en la piel del otro y sentir lo que siente ante determinadas circunstancias. El segundo, actuar como nos gustaría que actuara el otro con nosotros.
Por ejemplificar un poco: los profesores al hacer de alumnos podrían "representar" todos los tipos de alumnos con los que se encuentran; el tímido que intenta siempre pasar desapercibido para que no le preguntes, el broncas al que todo le parece mal, el risitas, el hablador... ¿todos conocemos a alguien, verdad? Por otra parte, también podría comportarse como a él le gustaría que lo hicieran de verdad: atender, participar, preguntar, colaborar...
Los "nuevos profesores" también podrían emular la actitud de alguno de sus maestros o bien actuar cómo lo haría el profesor ideal que todos tenemos en la cabeza.
¡OJO! no me refiero en ningún caso a burlarse o imitar a personas concretas sino más bien a personajes tipo o actitudes, como en el teatro; se trata de una actividad lúdica pero de la que todos podemos aprender algo positivo.
Muchas veces, ponerse en la piel del otro, nos permite comprender si nosotros mismos estamos actuando mal con él y así poder remediarlo. Es humano cometer errores pero más humano todavía es reconocerlo y cambiar las cosas.
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