ANÁLISIS Y MEJORA DE LA PRÁCTICA DOCENTE

          ¿Y si aplicáramos el método Montessori también en secundaria? 

          ¿Y si nos permitiéramos el lujo de observar a esos adolescentes como observamos a un niño que va descubriendo el mundo?

          ¿Por qué los programas no se adaptan a todos y cada uno de ellos?

          Es evidente que si hiciéramos la enseñanza más atractiva, los alumnos automáticamente estarían más motivados. A mayor motivación, más ganas de implicación y participación y a mayor participación, el aula se convertiría en un pequeño grupo con identidad y autonomía propias. Y esa pequeña comunidad proporcionaría un lugar seguro de trabajo, de estudio, de convivencia...

          Toda comunidad debe tener sus propias normas, así que hagámoslas entre todos. La falta de normas hace que solucionar conflictos sea muy difícil o esa misma ausencia es la que hace que se generen. Si todos participan de la creación de esas normas serán también más responsables a la hora de cumplirlas. 

          Para llegar a consensuar se está trabajando la comunicación del grupo, lo que ya por sí mismo genera cohesión. Estas normas atenderán además, a las necesidades reales del grupo por lo que serán conocidas y respetadas por todos (o casi).

          El hecho de consensuar las normas puede ser el primer paso para motivar la participación de los alumnos, pues ya han comprobado que su opinión cuenta y es tan válida como cualquier otra. 

          Para lograr esa participación podríamos llevar a cabo algunas estrategias: 

          - sería muy útil realizar una evaluación previa antes de iniciar un tema para saber de dónde partimos y así podemos dar la clase acorde con el nivel

          - recurrir a las TICS hará que el contenido sea para ellos más asumible pues ya forman parte de su vida diaria

          - deja espacio a la opinión y propón trabajo colaborativo

          - Haz explicaciones breves y concisas para evitar perder su atención y ejemplifica lo más que puedas

          A la hora de evaluar competencias debemos distinguir precisamente  qué competencias  son las que queremos evaluar (recordemos que son siete) y dentro de cada competencia tradicionalmente se habla de tres dimensiones:

          1. Dimensión cognitiva que evalúa el conocimiento. El conocimiento podemos evaluarlo a través de un test

          2. Dimensión instrumental que evalúa las destrezas. La destreza debemos evaluarla con una prueba de tipo práctico

          3. Dimensión actitudinal que evalúa las actitudes. Las actitudes necesitan de la observación

Para cada competencia será necesario evaluar los distintos niveles del dominio del desempeño. Y para evaluar esos niveles podemos contar con las rúbricas; rúbricas de las que los alumnos tendrán conocimiento previo siempre.  


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